Cabe pensar que
seguimos como hace un mes y medio. Sin gobierno y entre tiras y
aflojas. Pero la realidad es que no, el panorama está cambiando,
bastante rápido. El viernes conocimos varias noticias interesantes.
La voluntad de Podemos de pactar con el PSOE y el
rechazo de Rajoy de someterse al primer debate de investidura.
Seguidas del comunicado oficial de los socialistas desaprobando ambas
conductas.
Curiosamente la
madrugada del lunes tuvo lugar un seísmo, 6,3 grados en la
escala de Ricther, en Melilla, provocando numerosos
daños. Se sintió en Andalucía y me atrevería a decir que también
se debió sentir el Madrid por los sucesos de la mañana siguiente.
El PP, si
eran poco los sonados escándalos de corrupción y los imputados en
sus filas, ahora el partido ha sido imputado por financiación
ilegal. En Europa estarán preocupados por la formación de gobierno
pero si hay algo que realmente tenía que preocuparles, mucho más a
los españoles, es que hayan sido el partido más votado después de
cuatro años de saqueo y devastación.
Podemos ha
sido el otro en sufrir las grietas. Claro que estos vienen
sufriéndolas desde hace tiempo. En este caso se remontan a meses
antes. Quizás desde el día en que se constituyeron como partido,
solo que les pusieron buena silicona para taparlas. Tras fracasar en
su intento de constituirse en cuatro grupos en el Congreso de los
Diputados. Ada Colau anuncia su proyecto de formar un
partido o algo parecido para recuperar en Cataluña. En diferentes
agrupaciones dimiten sus dirigentes por discrepancias con el líder,
Pablo Iglesias. Compromís y la Marea quieren tener su
propio papel protagonista. En definitiva, le crecen los enanos.
Pero a quién le
puede extrañar que ocurra cuando han personificado en Pablo
Iglesias lo que defendían como el proyecto de las personas.
Desde su aparición han utilizado casos mediáticos para ganar
protagonismo. No han sabido canalizar el verdadero clamor de la
calle, el del cambio real, y no el de pedir cinco sillones para el y
los suyos más cercanos, con el cuento de controlar las decisiones y
acciones del PSOE. ¿No era eso la vieja política?. La misma
en la que ha querido participar y lo ha conseguido.
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