Ayer se celebró
el segundo Debate de Investidura en el que Pedro Sánchez
obtuvo, de nuevo, una respuesta negativa a su intento por
desbloquear la situación política del país y poner en marcha las
vías para el cambio. El fracaso en su segundo intento era algo más
que sabido gracias a las trabas que Podemos ha puesto desde
el primer momento. Pero no fue esto lo que más llamo mi atención en
el día de ayer.
Es cierto que el
panorama político ha cambiado, los ciudadanos decidimos el 20D que
queríamos acabar con el bipartidismo y dar paso a la pluralidad
política. Hasta ahí estamos todos de acuerdo, hemos acabado con las
mayorías absolutas. Lo que no decidimos los españoles ese día es
que el bipartidismo iba a ser sustituido por la política
espectáculo, dando lugar a la bochornosa situación vivida ayer
durante el debate en el Congreso de los Diputado.
Está bien poner
un toque de humor en los discursos para hacerlos más amenos, incluso
interesantes, pero eso no quita que se pierdan las formas. Demuestra
poco interés por sus electores hablar de temas que nada tienen que
ver con política y vendiendo humo, como viene siendo costumbre.
Podemos no contentos con poner trabas para formar un gobierno
de cambio, le gusta desviar las miradas dando pan y circo. Un
discurso vacío con el que demuestran que su objetivo es el poder por
el poder. El mensaje está
claro, quieren cambiar el fondo y las formas de hacer política.
En
mi opinión, nos toman por tontos. Han querido hacerse a la cabeza de
las políticas sociales, de las políticas de cambio para España,
han hecho creer que son la solución real y, a la hora de la verdad,
lo que realmente hacen es tomarnos el pelo con actuaciones de su
líder, Pablo Iglesias, como la de ayer. Sinceramente, no creo
que sea esto lo que merecemos.
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